ARTICULOS DE OPINION
PRIMER ARTICULO:
Niños en el conflicto
Una de las más notorias facetas del conflicto en las grandes ciudades es la referida a la vinculación de los niños, así como su repercusión en los ámbitos familiar, educativo y barrial.
Muchos son menores de 16 años que ingresan a ese mundo de violencias atraídos por el supuesto estatus que ofrece ante los amigos, por el ánimo de demostrar que son más capaces que el "parche" del otro lado, como consecuencia de los problemas de violencia intrafamiliar, violación y otros atropellos, o por la orfandad temprana; por los anhelos de un rápido ascenso en la escala de la delincuencia, por el manejo de ciertos niveles de venganza con otros jóvenes y niños, como efecto de la deserción escolar. También cuenta mucho la inexistencia de un núcleo familiar o los casos de drogadicción de uno de los padres o el alcoholismo que repercute en malos tratos hacia el niño y el otro cónyuge. En fin, son múltiples las causas mientras que el común denominador es que resultan utilizados por los grupos ilegales y por agentes del narcotráfico.
El abuso se concreta cuando los llaman para que sirvan de "carritos" (llevar y traer mensajes), para transportar armas o drogas porque pueden pasar desapercibidos, para hacer las veces de campaneros mientras se comete un delito o terminan "contratados" como sicarios, pues fácilmente recobran la libertad si son detenidos.
Desde temprano, sus vidas se convierten en un verdadero desastre. En muchas ocasiones, cuando alcanzan la etapa de la juventud, ya cargan a sus espaldas un gran número de delitos, incluido el homicidio en que incurren porque son "probados" para asegurar su permanencia en el grupo ilegal.
En algunos casos han pasado poco tiempo en un centro de reclusión y muchos de ellos, cuando se hacen adultos, ya están tras las rejas y con largas condenas por cumplir.
cuando ya se han hundido en el conflicto, pocas veces pueden escapar a su influjo porque son asesinados si lo intentan o mueren prestando el "servicio". Por lo general, se les crea una cultura de apego a dicho proceder, ambiente muy común en las barriadas de las grandes ciudades.
He notado que solo cuando interviene un ser querido, o bien cuando a su corta edad ya tienen la posibilidad de ser padres, surge una reacción que por lo general los lleva a desvincularse del conflicto.
En síntesis, el drama alcanza grandes proporciones y las soluciones son múltiples. Por ejemplo, el presidente Santos ha propuesto nuevas medidas que pretenden castigar la delincuencia juvenil. Pero nada ganamos si solo se cree que con mayor judicialización los jóvenes y niños podrán salir de esa situación. Se requieren políticas más audaces y la formación de entornos que les ofrezcan confianza, amor y valoración como personas que tienen todas las posibilidades de superar dicha situación de pertenencia a grupos delictivos.
Un buen entorno familiar, una ayuda a tiempo de parte del Estado y la sociedad y unos valores éticos y morales diseñados para una formación social permitirán que muchos niños y jóvenes no lleguen a la guerra o que sean recuperados de ella.
Jaime fajardo
1. Introducción (primer párrafo)
1.1. Una de las más notorias facetas del conflicto en las grandes ciudades es la referida a la vinculación de los niños, así como su repercusión en los ámbitos familiar, educativo y barrial.
1.2. Muchos son menores de 16 años que ingresan a ese mundo de violencias atraídos por el supuesto estatus que ofrece ante los amigos, por el ánimo de demostrar que son más capaces que el "parche" del otro lado, como consecuencia de los problemas de violencia intrafamiliar, violación y otros atropellos, o por la orfandad temprana; por los anhelos de un rápido ascenso en la escala de la delincuencia, por el manejo de ciertos niveles de venganza con otros jóvenes y niños, como efecto de la deserción escolar.
1.3. También cuenta mucho la inexistencia de un núcleo familiar o los casos de drogadicción de uno de los padres o el alcoholismo que repercute en malos tratos hacia el niño y el otro cónyuge.
1.4. Lo que tarta de explicar la lectura son En fin, son múltiples las causas mientras que el común denominador es que resultan utilizados por los grupos ilegales y por agentes del narcotráfico.
Desarrollo:
2.1. Segundo párrafo
2.1.1. El abuso se concreta cuando los llaman para que sirvan de "carritos" (llevar y traer mensajes), para transportar armas o drogas porque pueden pasar desapercibidos, para hacer las veces de campaneros mientras se comete un delito o terminan "contratados" como sicarios, pues fácilmente recobran la libertad si son detenidos.
2.1.2. Desde temprano, sus vidas se convierten en un verdadero desastre. En muchas ocasiones, cuando alcanzan la etapa de la juventud, ya cargan a sus espaldas un gran número de delitos,
2.1.3. En algunos casos han pasado poco tiempo en un centro de reclusión y muchos de ellos, cuando se hacen adultos, ya están tras las rejas y con largas condenas por cumplir.
2.2. Tercer párrafo
2.2.1. Cuando ya se han hundido en el conflicto, pocas veces pueden escapar a su influjo porque son asesinados si lo intentan o mueren prestando el "servicio".
2.2.2. Por lo general, se les crea una cultura de apego a dicho proceder, ambiente muy común en las barriadas de las grandes ciudades.
He notado que solo cuando interviene un ser querido, o bien cuando a su corta edad ya tienen la posibilidad de ser padres, surge una reacción que por lo general los lleva a desvincularse del conflicto.
2.2.3. En síntesis, el drama alcanza grandes proporciones y las soluciones son múltiples.
2.3.2. Por ejemplo, el presidente Santos ha propuesto nuevas medidas que pretenden castigar la delincuencia juvenil.
2.3.3. Pero nada ganamos si solo se cree que con mayor judicialización los jóvenes y niños podrán salir de esa situación.
3. (conclusión)
3.1. Se requieren políticas más audaces y la formación de entornos que les ofrezcan confianza, amor y valoración
3.2. Como personas que tienen todas las posibilidades de superar dicha situación de pertenencia a grupos delictivos.
3.3. Un buen entorno familiar, una ayuda a tiempo de parte del Estado y la sociedad y unos valores éticos y morales diseñados para una formación social permitirán que muchos niños y jóvenes no lleguen a la guerra o que sean recuperados de ella.
SEGUNDO ARTICULO:
¿Derrota militar o paz?
Tras la muerte del 'Mono Jojoy', nuevamente se habla de la posibilidad de impulsar un proceso de paz con las Farc. ¿Tiene sentido sentarse a negociar con una guerrilla ya derrotada en el plano estratégico?
El retorno de las Farc a la guerra de guerrillas clásica con unidades de cinco a siete guerrilleros ha constituido un increíble retroceso estratégico. Después de haber dado, en los años 90, el salto de la guerra de guerrillas a la guerra de movimientos, con centenares de combatientes y enormes éxitos militares (El Billar, Patascoy, etc.), regresar a los años de Marquetalia es como pasar del Transmilenio al tranvía tirado por burros.
Sin embargo, una derrota militar -como ocurrió recientemente con los Tigres Tamiles en Sri Lanka- no está a la vuelta de la esquina. Una cosa es una derrota estratégica (es decir, reducir a cero las posibilidades de las Farc de constituir una amenaza seria para la estabilidad institucional) y otra cosa una derrota total (que implica una liquidación definitiva del aparato militar).
Las Farc y el Eln pueden vivir por años una lenta agonía, inmersos en la selva profunda y en las fronteras marítimas y terrestres (Putumayo, Nariño, Cauca, Catatumbo), en las cuales se están localizando tanto las "bandas criminales emergentes", como los reductos de las guerrillas. En una convivencia que causa repulsión.
Ante este panorama, ¿vale la pena abrir un proceso de paz? Miremos la experiencia internacional. En América Central hubo dos procesos de paz exitosos con grupos guerrilleros: El Salvador y Guatemala. En el primer caso, las negociaciones con el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) que culminaron en 1991 se dieron con una guerrilla fuerte y desafiante. Se hablaba, incluso, en aquellos momentos, de un equilibrio militar. En el segundo caso, se negoció con una guerrilla, la Unión Nacional Revolucionaria Guatemalteca (UNRG), reducida a no más de 700 hombres, localizados lejos de los centros urbanos, en las zonas selváticas de la frontera con México.
El interés de firmar un acuerdo de paz con una guerrilla en la plenitud de su potencialidad militar -como ocurrió en El Salvador- es evidente. Pero, ¿por qué negociar con una guerrilla derrotada en el plano estratégico, como en Guatemala? A mi modo de ver, por tres razones fundamentales: primero, para buscar cerrar el ciclo de violencia; segundo, para redirigir un alto porcentaje de los gastos de seguridad en beneficio de los programas de desarrollo económico y social, y, tercero, gracias a la superación del conflicto armado interno, para incorporar con mayor éxito al país a la economía mundial.
Por ello, soy partidario de abrir una ventana para un eventual diálogo de paz. Obviamente, no estamos en las épocas del Caguán, cuando las Farc se sentían a las puertas de Bogotá y se veían a sí mismos como los "barbudos" del Movimiento 26 de Julio entrando triunfantes a La Habana un 1o. de enero de 1959. Hoy son una guerrilla derrotada en el plano estratégico y las condiciones de negociación (tiempo, agenda, lugar) las debe determinar el Estado.
Esto no significa una rendición incondicional. Significa simplemente que las Farc -que debido a su arrogancia triunfalista dejaron pasar en el Caguán una oportunidad histórica para negociar como el FMLN de tú a tú con el Estado- ahora deben negociar en una situación de postración extrema.
Es decir, en unas negociaciones condicionadas a un claro compromiso de respetar el Derecho Internacional Humanitario, liberar a todos los secuestrados y anunciar su voluntad de desarme y desmovilización. Y a satisfacer los derechos de las víctimas a la verdad, la justicia y la reparación.
Eduardo Pizarro Leongómez
1. Introducción (primer párrafo)
1.1. Tras la muerte del 'Mono Jojoy', nuevamente se habla de la posibilidad de impulsar un proceso de paz con las Farc. ¿Tiene sentido sentarse a negociar con una guerrilla ya derrotada en el plano estratégico?
1.2. El retorno de las Farc a la guerra de guerrillas clásica con unidades de cinco a siete guerrilleros ha constituido un increíble retroceso estratégico.
1.3. Después de haber dado, en los años 90, el salto de la guerra de guerrillas a la guerra de movimientos, con centenares de combatientes y enormes éxitos militares (El Billar, Patascoy, etc.),
1.4. regresar a los años de Marquetalia es como pasar del Transmilenio al tranvía tirado por burros.
2. desarrollo
2.1 segundo párrafo
2.1.1. Sin embargo, una derrota militar -como ocurrió recientemente con los Tigres Tamiles en Sri Lanka- no está a la vuelta de la esquina.
2.1.2. Una cosa es una derrota estratégica (es decir, reducir a cero las posibilidades de las Farc de constituir una amenaza seria para la estabilidad institucional) y otra cosa una derrota total (que implica una liquidación definitiva del aparato militar).
2.1.3. Las Farc y el Eln pueden vivir por años una lenta agonía, inmersos en la selva profunda y en las fronteras marítimas y terrestres (Putumayo, Nariño, Cauca, Catatumbo), en las cuales se están localizando tanto las "bandas criminales emergentes", como los reductos de las guerrillas. En una convivencia que causa repulsión.
2.2 tercer párrafo
2.2.1. Ante este panorama, ¿vale la pena abrir un proceso de paz? Miremos la experiencia internacional. En América Central hubo dos procesos de paz exitosos con grupos guerrilleros: El Salvador y Guatemala.
2.2.2. En el primer caso, las negociaciones con el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) que culminaron en 1991 se dieron con una guerrilla fuerte y desafiante. Se hablaba, incluso, en aquellos momentos, de un equilibrio militar.
2.2.3. En el segundo caso, se negoció con una guerrilla, la Unión Nacional Revolucionaria Guatemalteca (UNRG), reducida a no más de 700 hombres, localizados lejos de los centros urbanos, en las zonas selváticas de la frontera con México.
2.3. Cuarto párrafo
2.3.1. El interés de firmar un acuerdo de paz con una guerrilla en la plenitud de su potencialidad militar -como ocurrió en El Salvador- es evidente.
2.3.2. Pero, ¿por qué negociar con una guerrilla derrotada en el plano estratégico, como en Guatemala?
2.3.3. A mi modo de ver, por tres razones fundamentales: primero, para buscar cerrar el ciclo de violencia; segundo, para redirigir un alto porcentaje de los gastos de seguridad en beneficio de los programas de desarrollo económico y social, y, tercero, gracias a la superación del conflicto armado interno, para incorporar con mayor éxito al país a la economía mundial. Por ello, soy partidario de abrir una ventana para un eventual diálogo de paz.
3. conclusion
3.1. Obviamente, no estamos en las épocas del Caguán, cuando las Farc se sentían a las puertas de Bogotá y se veían a sí mismos como los "barbudos" del Movimiento 26 de Julio entrando triunfantes a La Habana un 1o. de enero de 1959.
3.2. Hoy son una guerrilla derrotada en el plano estratégico y las condiciones de negociación (tiempo, agenda, lugar) las debe determinar el Estado.
Esto no significa una rendición incondicional. Significa simplemente que las Farc -que debido a su arrogancia triunfalista dejaron pasar en el Caguán una oportunidad histórica para negociar como el FMLN de tú a tú con el Estado- ahora deben negociar en una situación de postración extrema.
3.3. Es decir, en unas negociaciones condicionadas a un claro compromiso de respetar el Derecho Internacional Humanitario, liberar a todos los secuestrados y anunciar su voluntad de desarme y desmovilización. Y a satisfacer los derechos de las víctimas a la verdad, la justicia y la reparación.
Javier David Lozano Pinto
PRIMER ARTICULO:
Niños en el conflicto
Una de las más notorias facetas del conflicto en las grandes ciudades es la referida a la vinculación de los niños, así como su repercusión en los ámbitos familiar, educativo y barrial.
Muchos son menores de 16 años que ingresan a ese mundo de violencias atraídos por el supuesto estatus que ofrece ante los amigos, por el ánimo de demostrar que son más capaces que el "parche" del otro lado, como consecuencia de los problemas de violencia intrafamiliar, violación y otros atropellos, o por la orfandad temprana; por los anhelos de un rápido ascenso en la escala de la delincuencia, por el manejo de ciertos niveles de venganza con otros jóvenes y niños, como efecto de la deserción escolar. También cuenta mucho la inexistencia de un núcleo familiar o los casos de drogadicción de uno de los padres o el alcoholismo que repercute en malos tratos hacia el niño y el otro cónyuge. En fin, son múltiples las causas mientras que el común denominador es que resultan utilizados por los grupos ilegales y por agentes del narcotráfico.
El abuso se concreta cuando los llaman para que sirvan de "carritos" (llevar y traer mensajes), para transportar armas o drogas porque pueden pasar desapercibidos, para hacer las veces de campaneros mientras se comete un delito o terminan "contratados" como sicarios, pues fácilmente recobran la libertad si son detenidos.
Desde temprano, sus vidas se convierten en un verdadero desastre. En muchas ocasiones, cuando alcanzan la etapa de la juventud, ya cargan a sus espaldas un gran número de delitos, incluido el homicidio en que incurren porque son "probados" para asegurar su permanencia en el grupo ilegal.
En algunos casos han pasado poco tiempo en un centro de reclusión y muchos de ellos, cuando se hacen adultos, ya están tras las rejas y con largas condenas por cumplir.
cuando ya se han hundido en el conflicto, pocas veces pueden escapar a su influjo porque son asesinados si lo intentan o mueren prestando el "servicio". Por lo general, se les crea una cultura de apego a dicho proceder, ambiente muy común en las barriadas de las grandes ciudades.
He notado que solo cuando interviene un ser querido, o bien cuando a su corta edad ya tienen la posibilidad de ser padres, surge una reacción que por lo general los lleva a desvincularse del conflicto.
En síntesis, el drama alcanza grandes proporciones y las soluciones son múltiples. Por ejemplo, el presidente Santos ha propuesto nuevas medidas que pretenden castigar la delincuencia juvenil. Pero nada ganamos si solo se cree que con mayor judicialización los jóvenes y niños podrán salir de esa situación. Se requieren políticas más audaces y la formación de entornos que les ofrezcan confianza, amor y valoración como personas que tienen todas las posibilidades de superar dicha situación de pertenencia a grupos delictivos.
Un buen entorno familiar, una ayuda a tiempo de parte del Estado y la sociedad y unos valores éticos y morales diseñados para una formación social permitirán que muchos niños y jóvenes no lleguen a la guerra o que sean recuperados de ella.
Jaime fajardo
1. Introducción (primer párrafo)
1.1. Una de las más notorias facetas del conflicto en las grandes ciudades es la referida a la vinculación de los niños, así como su repercusión en los ámbitos familiar, educativo y barrial.
1.2. Muchos son menores de 16 años que ingresan a ese mundo de violencias atraídos por el supuesto estatus que ofrece ante los amigos, por el ánimo de demostrar que son más capaces que el "parche" del otro lado, como consecuencia de los problemas de violencia intrafamiliar, violación y otros atropellos, o por la orfandad temprana; por los anhelos de un rápido ascenso en la escala de la delincuencia, por el manejo de ciertos niveles de venganza con otros jóvenes y niños, como efecto de la deserción escolar.
1.3. También cuenta mucho la inexistencia de un núcleo familiar o los casos de drogadicción de uno de los padres o el alcoholismo que repercute en malos tratos hacia el niño y el otro cónyuge.
1.4. Lo que tarta de explicar la lectura son En fin, son múltiples las causas mientras que el común denominador es que resultan utilizados por los grupos ilegales y por agentes del narcotráfico.
Desarrollo:
2.1. Segundo párrafo
2.1.1. El abuso se concreta cuando los llaman para que sirvan de "carritos" (llevar y traer mensajes), para transportar armas o drogas porque pueden pasar desapercibidos, para hacer las veces de campaneros mientras se comete un delito o terminan "contratados" como sicarios, pues fácilmente recobran la libertad si son detenidos.
2.1.2. Desde temprano, sus vidas se convierten en un verdadero desastre. En muchas ocasiones, cuando alcanzan la etapa de la juventud, ya cargan a sus espaldas un gran número de delitos,
2.1.3. En algunos casos han pasado poco tiempo en un centro de reclusión y muchos de ellos, cuando se hacen adultos, ya están tras las rejas y con largas condenas por cumplir.
2.2. Tercer párrafo
2.2.1. Cuando ya se han hundido en el conflicto, pocas veces pueden escapar a su influjo porque son asesinados si lo intentan o mueren prestando el "servicio".
2.2.2. Por lo general, se les crea una cultura de apego a dicho proceder, ambiente muy común en las barriadas de las grandes ciudades.
He notado que solo cuando interviene un ser querido, o bien cuando a su corta edad ya tienen la posibilidad de ser padres, surge una reacción que por lo general los lleva a desvincularse del conflicto.
2.2.3. En síntesis, el drama alcanza grandes proporciones y las soluciones son múltiples.
2.3.2. Por ejemplo, el presidente Santos ha propuesto nuevas medidas que pretenden castigar la delincuencia juvenil.
2.3.3. Pero nada ganamos si solo se cree que con mayor judicialización los jóvenes y niños podrán salir de esa situación.
3. (conclusión)
3.1. Se requieren políticas más audaces y la formación de entornos que les ofrezcan confianza, amor y valoración
3.2. Como personas que tienen todas las posibilidades de superar dicha situación de pertenencia a grupos delictivos.
3.3. Un buen entorno familiar, una ayuda a tiempo de parte del Estado y la sociedad y unos valores éticos y morales diseñados para una formación social permitirán que muchos niños y jóvenes no lleguen a la guerra o que sean recuperados de ella.
SEGUNDO ARTICULO:
¿Derrota militar o paz?
Tras la muerte del 'Mono Jojoy', nuevamente se habla de la posibilidad de impulsar un proceso de paz con las Farc. ¿Tiene sentido sentarse a negociar con una guerrilla ya derrotada en el plano estratégico?
El retorno de las Farc a la guerra de guerrillas clásica con unidades de cinco a siete guerrilleros ha constituido un increíble retroceso estratégico. Después de haber dado, en los años 90, el salto de la guerra de guerrillas a la guerra de movimientos, con centenares de combatientes y enormes éxitos militares (El Billar, Patascoy, etc.), regresar a los años de Marquetalia es como pasar del Transmilenio al tranvía tirado por burros.
Sin embargo, una derrota militar -como ocurrió recientemente con los Tigres Tamiles en Sri Lanka- no está a la vuelta de la esquina. Una cosa es una derrota estratégica (es decir, reducir a cero las posibilidades de las Farc de constituir una amenaza seria para la estabilidad institucional) y otra cosa una derrota total (que implica una liquidación definitiva del aparato militar).
Las Farc y el Eln pueden vivir por años una lenta agonía, inmersos en la selva profunda y en las fronteras marítimas y terrestres (Putumayo, Nariño, Cauca, Catatumbo), en las cuales se están localizando tanto las "bandas criminales emergentes", como los reductos de las guerrillas. En una convivencia que causa repulsión.
Ante este panorama, ¿vale la pena abrir un proceso de paz? Miremos la experiencia internacional. En América Central hubo dos procesos de paz exitosos con grupos guerrilleros: El Salvador y Guatemala. En el primer caso, las negociaciones con el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) que culminaron en 1991 se dieron con una guerrilla fuerte y desafiante. Se hablaba, incluso, en aquellos momentos, de un equilibrio militar. En el segundo caso, se negoció con una guerrilla, la Unión Nacional Revolucionaria Guatemalteca (UNRG), reducida a no más de 700 hombres, localizados lejos de los centros urbanos, en las zonas selváticas de la frontera con México.
El interés de firmar un acuerdo de paz con una guerrilla en la plenitud de su potencialidad militar -como ocurrió en El Salvador- es evidente. Pero, ¿por qué negociar con una guerrilla derrotada en el plano estratégico, como en Guatemala? A mi modo de ver, por tres razones fundamentales: primero, para buscar cerrar el ciclo de violencia; segundo, para redirigir un alto porcentaje de los gastos de seguridad en beneficio de los programas de desarrollo económico y social, y, tercero, gracias a la superación del conflicto armado interno, para incorporar con mayor éxito al país a la economía mundial.
Por ello, soy partidario de abrir una ventana para un eventual diálogo de paz. Obviamente, no estamos en las épocas del Caguán, cuando las Farc se sentían a las puertas de Bogotá y se veían a sí mismos como los "barbudos" del Movimiento 26 de Julio entrando triunfantes a La Habana un 1o. de enero de 1959. Hoy son una guerrilla derrotada en el plano estratégico y las condiciones de negociación (tiempo, agenda, lugar) las debe determinar el Estado.
Esto no significa una rendición incondicional. Significa simplemente que las Farc -que debido a su arrogancia triunfalista dejaron pasar en el Caguán una oportunidad histórica para negociar como el FMLN de tú a tú con el Estado- ahora deben negociar en una situación de postración extrema.
Es decir, en unas negociaciones condicionadas a un claro compromiso de respetar el Derecho Internacional Humanitario, liberar a todos los secuestrados y anunciar su voluntad de desarme y desmovilización. Y a satisfacer los derechos de las víctimas a la verdad, la justicia y la reparación.
Eduardo Pizarro Leongómez
1. Introducción (primer párrafo)
1.1. Tras la muerte del 'Mono Jojoy', nuevamente se habla de la posibilidad de impulsar un proceso de paz con las Farc. ¿Tiene sentido sentarse a negociar con una guerrilla ya derrotada en el plano estratégico?
1.2. El retorno de las Farc a la guerra de guerrillas clásica con unidades de cinco a siete guerrilleros ha constituido un increíble retroceso estratégico.
1.3. Después de haber dado, en los años 90, el salto de la guerra de guerrillas a la guerra de movimientos, con centenares de combatientes y enormes éxitos militares (El Billar, Patascoy, etc.),
1.4. regresar a los años de Marquetalia es como pasar del Transmilenio al tranvía tirado por burros.
2. desarrollo
2.1 segundo párrafo
2.1.1. Sin embargo, una derrota militar -como ocurrió recientemente con los Tigres Tamiles en Sri Lanka- no está a la vuelta de la esquina.
2.1.2. Una cosa es una derrota estratégica (es decir, reducir a cero las posibilidades de las Farc de constituir una amenaza seria para la estabilidad institucional) y otra cosa una derrota total (que implica una liquidación definitiva del aparato militar).
2.1.3. Las Farc y el Eln pueden vivir por años una lenta agonía, inmersos en la selva profunda y en las fronteras marítimas y terrestres (Putumayo, Nariño, Cauca, Catatumbo), en las cuales se están localizando tanto las "bandas criminales emergentes", como los reductos de las guerrillas. En una convivencia que causa repulsión.
2.2 tercer párrafo
2.2.1. Ante este panorama, ¿vale la pena abrir un proceso de paz? Miremos la experiencia internacional. En América Central hubo dos procesos de paz exitosos con grupos guerrilleros: El Salvador y Guatemala.
2.2.2. En el primer caso, las negociaciones con el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) que culminaron en 1991 se dieron con una guerrilla fuerte y desafiante. Se hablaba, incluso, en aquellos momentos, de un equilibrio militar.
2.2.3. En el segundo caso, se negoció con una guerrilla, la Unión Nacional Revolucionaria Guatemalteca (UNRG), reducida a no más de 700 hombres, localizados lejos de los centros urbanos, en las zonas selváticas de la frontera con México.
2.3. Cuarto párrafo
2.3.1. El interés de firmar un acuerdo de paz con una guerrilla en la plenitud de su potencialidad militar -como ocurrió en El Salvador- es evidente.
2.3.2. Pero, ¿por qué negociar con una guerrilla derrotada en el plano estratégico, como en Guatemala?
2.3.3. A mi modo de ver, por tres razones fundamentales: primero, para buscar cerrar el ciclo de violencia; segundo, para redirigir un alto porcentaje de los gastos de seguridad en beneficio de los programas de desarrollo económico y social, y, tercero, gracias a la superación del conflicto armado interno, para incorporar con mayor éxito al país a la economía mundial. Por ello, soy partidario de abrir una ventana para un eventual diálogo de paz.
3. conclusion
3.1. Obviamente, no estamos en las épocas del Caguán, cuando las Farc se sentían a las puertas de Bogotá y se veían a sí mismos como los "barbudos" del Movimiento 26 de Julio entrando triunfantes a La Habana un 1o. de enero de 1959.
3.2. Hoy son una guerrilla derrotada en el plano estratégico y las condiciones de negociación (tiempo, agenda, lugar) las debe determinar el Estado.
Esto no significa una rendición incondicional. Significa simplemente que las Farc -que debido a su arrogancia triunfalista dejaron pasar en el Caguán una oportunidad histórica para negociar como el FMLN de tú a tú con el Estado- ahora deben negociar en una situación de postración extrema.
3.3. Es decir, en unas negociaciones condicionadas a un claro compromiso de respetar el Derecho Internacional Humanitario, liberar a todos los secuestrados y anunciar su voluntad de desarme y desmovilización. Y a satisfacer los derechos de las víctimas a la verdad, la justicia y la reparación.
Javier David Lozano Pinto
Puedo ver que el compañero comprendió lo visto en clase y supo añadirlo muy bien en la presentación de su trabajo aplicando adecuadamente la superestructura de sus dos artículos de opinión escogidos. Muy buen trabajo compañero!
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