Semana 10
http://www.elespectador.com/articulo-229951-colombia-un-pais-no-quiere-sus-mujeres
No quiere a sus mujeres
Contra estas creencias populares han luchado por décadas los grupos degradados por ellas, como las mujeres.
Sin embargo, nada más difícil de cambiar que las visiones arraigadas en el tiempo como aquellas que sugieren que la función de la mujer es la procreación,
que si la violan es porque provoca y que, pese a ello, debe ser una compañera paciente y complaciente. De aquí que no sorprendan aunque irriten y preocupen los resultados del estudio que presentó esta semana el Programa Integral contra Violencias de Género, en el cual se recoge, de la manera más rigurosa, la concepción que se tiene en Colombia de las mujeres.
Concepción que por lo demás es responsable de desprecios, como el de la vida, representado en 1.523 asesinatos el año pasado, que equivalen a casi cuatro mujeres muertas por día.
Aunque se hayan implementado políticas y normativas para modificar tales representaciones y garantizarle a la mujer sus derechos, persisten imaginarios, actitudes y prácticas que toleran y avalan la violencia física, sexual y psicológica hacia ellas.
Según lo demostró el estudio, el 78% de los cuestionados cree, por ejemplo, que si un hombre está disgustado es mejor no molestarlo. El 73% está en desacuerdo con que las mujeres hagan lo que quieran y sólo el 39% está en total desacuerdo con que sea deber de la mujer tener relaciones sexuales con su marido así no lo desee.
Esto último refleja la convicción del rol pasivo de la mujer en la sexualidad que, sin embargo, y de manera paradójica, no la exime de la responsabilidad última del cuidado sexual y del embarazo. Y, como si la censura de la autonomía y el goce no fuera suficiente, uno de cada diez de los hombres encuestados cree que las esposas deben aguantar trasgresiones para mantener la unión y una de cada diez personas hombres y mujeres justifica el castigo físico en caso de infidelidad.
Los resultados, afortunadamente, no son del todo homogéneos. Las nuevas generaciones y las personas con mayor educación tienen percepciones más respetuosas de la mujer. También lo hacen los empleados de las instituciones del Estado; avance valioso dadas la visibilidad y poder que manejan. A diferencia del 40% de la población encuestada en los hogares, sólo el 2% de los funcionarios considera que para ser hombre hay que ser aguerrido o valiente y con respecto al rol en la sexualidad, sólo una minoría coincide con la idea de que los hombres necesitan de más sexo que las mujeres y únicamente el 1% considera que la masturbación es una práctica exclusivamente masculina. Resultados, como muchos otros, muy positivos, incluso en el caso de que respondan a la presión institucional que obliga a respuestas políticamente correctas.
No obstante, sin ánimo de desconocer los avances, la situación sigue siendo crítica. Entre los funcionarios, por ejemplo, se cree todavía que la violación se explica por la incontrolable tentación de los escotes y en los hogares que “el amor se expresa de muchas formas, incluso a golpes”. Es tenebroso, además, que la embriaguez siga justificando en un alto porcentaje la violencia en tanto se argumenta que el “pobre” borracho no sabe a quién ultraja. ¿No ve acaso a quién maltrata? Escabrosos imaginarios, sin duda, pero más escabrosa es la tranquilidad con la que espectadores consienten la violencia. Ya es hora de que el país entienda que no hay tal cosa como mujeres a quienes les guste que las humillen, las golpeen y abusen de ellas, y mucho menos que lo requieran o lo merezcan.
http://www.cromos.com.co/opinion/articulo-alabanza-del-nero
ÑEROS.
Un ñero, en Bogotá, es lo mismo que en Medellín se dice, con más brutalidad, un “desechable”,
lo que los sociólogos, en su jerga insufrible, llaman una “persona en situación de calle”, lo que en Francia dicen un clochard o en Italia un barbone, es decir, una especie de gamín con barbas, un poco más complejo que mendigo y algo más grave que vago.
Yo, que no siento ninguna compasión por los sicarios, que no nutro simpatía alguna por los ladrones, confieso que me gustan e intrigan los vagabundos.
¿Qué es lo que me fascina del ñero? Básicamente su desobediencia. Porque desobedecer, en este mundo de obedientes, puede llegar a ser una virtud, o mejor, la gran virtud.
argumento e ideas secundarias: (siguientes parrafos)
El patrono de todos los vagabundos fue un hombre indomable cuya memoria sigue viva después de más de dos milenios. Se llamaba Diógenes y le decían el cínico, que es como decir Diógenes el perro. Vivió 400 años antes de Cristo. De él cuenta otro Diógenes (Laercio) que vivía en un tonel, comía y bebía con las manos, en mitad de las plazas, y que también satisfacía sus instintos sexuales en público: “Se masturbaba al aire libre y cuando lo criticaban por esto,
decía que ojalá fuera igual de sencillo quitarse el hambre frotándose las tripas”. Una vez, mientras se paseaba desnudo por el mercado de Atenas, sentenció: “¡Cuántas cosas hay que yo no necesito!”. Por despreciar los usos de la sociedad, le decían “el perro”, y arrojaban a sus pies los huesos de los banquetes. Diógenes, para no contradecirlos, y ensimismado en su condición perruna, les orinaba encima.
El misterio y el encanto del vagabundo consiste en que no acepta ninguna lógica social; no manda, no obedece, no cobra, no vende, no compra, ni cae en el engranaje de nada ni de nadie: se hunde en lo más abyecto, quizá, pero también en lo más hondo de la condición humana: la mugre, el abandono, la animalidad, las greñas, los piojos, la intemperie, las pulgas, los excrementos, los mocos. Mirar al ñero es mirarnos en un espejo sin fondo.
Hitler gaseó a los vagabundos. Los neonazis colombianos los mataban y vendían sus cadáveres en las escuelas de medicina y, más recientemente, los paramilitares los han usado como falsos positivos. Ennio Flaiano escribió: “Los vagabundos son la sal de una civilización. Cuando ellos gozan del respeto que se merecen los más débiles es señal de que también funciona el respeto por las demás libertades”. En Francia se respeta a los clochards. Aquí ha habido intentos por tratarlos bien. En Medellín la Alcaldía les ofrece un albergue nocturno, pero les pone una condición imposible: que se bañen. En cuanto al baño, los Diógenes son más gatos que perros.
El gran psicólogo social Stanley Milgram escribió sobre los peligros de la obediencia. Puestos en una situación de jerarquía o de prestigio, seres humanos normales podemos llegar a cometer atrocidades, simplemente por el gregario impulso de la obediencia.
Creo que después de verlos entenderán mejor por qué es siempre tan sabio y conveniente mirar con respeto y admiración la vida y el comportamiento de los ñeros, de los marginales y los vagabundos. Ellos no se pliegan a órdenes ni a halagos. La obediencia es ese horrible defecto que comparten comunistas y fascistas, guerrilleros, curas, políticos y policías.
Estas personas nos dicen cosas hondas sobre la libertad de pensamiento, la independencia mental, sobre los abismos personales en los que a veces hay que caer para no caer en el abismo social. La libertad anárquica del ñero debe ser un recuerdo de nuestra peligrosa mansedumbre y nuestra más azarosa cobardía. Un acicate para pensar sin prejuicios. El que resuelve vivir al margen, en la calle, y de ahí no quiere salir, merece solamente una actitud de parte nuestra: respeto
Jhonatan Argoty
Grupo 11
Compañero buenas noches, el articulo de los ñeros es bien interesante pero creo que el trabajo era leer,analizar y describir la supestructura de los dos artículos.pero lo único que veo son los artículos debería revisar el trabajo para lograr una buena nota.
ResponderEliminarEste trabajo esta muy interesante ya que el problema de los supuestos ñeros es algo que se esta viendo hoy en dia pero si le hace falta leer un poco mas de esto para asi enfocarnos mas sobre esto.
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